El marco de enseñanza-aprendizaje esta siempre en continuo cambio. Eso resulta en que el profesorado para poder enseñar de forma efectiva y eficaz necesitan adaptarse a la forma que tiene el alumnado de aprender. Por ello, se hace necesario entender el proceso de aprendizaje. El libro de David A. Sousa “Cómo aprende el cerebro” nos da las primeras pinceladas para entender, en primera instancia, cómo estructurar las sesiones lectivas para que sean compatibles con el proceso natural de aprendizaje.

Durante el siguiente artículo se van a resumir, de forma breve, algunos de los aspectos más importantes de esta lectura relacionados con el aprendizaje, lo que no quiere decir que no te anime a leer el libro para profundizar.
Emoción y aprendizaje.
El aprendizaje tiene un componente emocional muy elevado. Esto se explica porque las zonas de memoria a largo plazo se encuentran en la zona del cerebro emocional. Los inputs (o elementos posibles de procesamiento) tienen una prioridad de procesamiento. De esta forma, los inputs con mayor prioridad reducen el procesamiento del resto de inputs. Cualquier input relacionado con la supervivencia se procesará antes que el resto de los datos, no dejando espacio de procesamiento al resto. Además, cuando se percibe este tipo de estímulos, la persona responde de forma emocional, suspendiendo los procesos cerebrales complejos e impidiendo así el aprendizaje, la retención o el recuerdo.
Por ello, antes de nada, me gustaría resaltar la importancia de que se desarrolle un ambiente favorable para el aprendizaje en el aula. Cuando el alumnado detecta la presencia de alguna amenaza en clase (ya sea incomodidad con los compañeros o el docente), entran en juego las conductas de supervivencia, dificultando en mayor o menor medida el aprendizaje. Por ello, fomentar un aula donde las respuestas a preguntas no supongan una situación humillante o vergonzosa y se de pie a un ambiente democrático con libertad de expresión, permitirá que el alumnado desarrolle confianza, comportamientos más positivos y menos disruptores, mayor adherencia con respecto a las normas del centro y se promueve el pensamiento y el aprendizaje.
La realidad es que cada vez nos encontramos con más alumnos/as con depresión, condición que conlleva un detrimento de aprendizaje. Si quieres saber cómo abordar este tema te recomiendo echar un ojo a esta entrada.
Sentido y significado
Teniendo en cuenta estas premisas vamos con el tema central de esta lectura y de nuestro desempeño en las aulas, el aprendizaje. Este comienza con algún input que el cerebro debe procesar. Los modelos de procesamiento de información son bastantes y varían ligeramente unos de otros, pero la base de estos y los flujos de información son coincidentes. Comenzamos con información del entorno, captada por los sentidos, y llevada al registro sensorial (si esta resulta interesante, claro). La información pasa a la memoria inmediata y, posteriormente a la memoria funcional donde se procesa de forma consciente. Si a esta información nueva, en la memoria funcional, se le adjudica un sentido y un significado, entonces podrá pasar a la memoria operativa y al almacenamiento a largo plazo. Si no, se convierte en información muy susceptible al olvido.
¿Qué significa aportarle un sentido y un significado a una información? Debemos tener en cuenta que el alumnado encuentra un bajo componente emocional dentro del aula. Existen pocos elementos lo suficientemente importantes para ellos como para que le pongan atención a la sesión. Al final, la información que reciben debe responder a dos incógnitas:
- ¿Tiene sentido? El alumno/a para encontrar un sentido debe no sólo entender la información, sino tratar de relacionarlo con experiencias pasadas.
- ¿Tiene significado? El alumnado también va a buscar en esa información si lo que le van a decir en la sesión le va a ser útil en algún momento.
Una vez expuesta la información en el aula el alumnado se responde a estas dos preguntas y entonces se activará o no la motivación necesaria para mantener el nuevo input en la memoria funcional. Por lo tanto, aquella información con sentido y significado (y que no posee ningún componente de supervivencia) tiene más probabilidad de almacenarse. Por lo tanto, que se lleve a cabo una tarea, no quiere decir que vaya a almacenarse, para conseguir esto es necesario que entren en juego el sentido y el significado. Para ayudar a nuestros alumnos/as a encontrar sentido y significado a las nuevas informaciones que les llegan podemos aplicar unos cuantos consejos:
- Uso de modelos: ejemplos que pueden relacionar con el contenido.
- Usar ejemplos procedentes de la experiencia previa de los alumnos.
- Uso de recursos nemotécnicos.
Efecto de primacía y recencia.
Nuestra memoria funcional tiene un límite (posiblemente porque nuestro cerebro no se programó para procesar varios ítems a la vez), es por ello que, aunque existan muchos estímulos produciéndose al mismo tiempo, realmente solo podemos concentrarnos bien en uno de ellos. Aplicado al aula, deberíamos establecer unos ítems sobre el objetivo que sean sólidos y abarcables dentro del aula. De esta forma, será más probable que recuerden lo aprendido. Los límites de nuestra memoria están claramente influidos por la motivación.
La motivación, como respuesta emocional que es, influye directamente en la capacidad de aprendizaje y atención. Se ha visto que los adultos y adolescentes pueden mantener la concentración sobre cierto ítem entre 10 y 20 minutos. En este momento, si no se cambia la forma en la que se relacionan con este ítem, la fatiga mental o el aburrimiento aparecen. Aplicado al aula, no sería exagerado empaquetar los componentes de sesión en grupos de 15-20 minutos permitiendo al alumnado mantener los niveles de interés elevados en una sola lección de larga duración. Aquí es donde entra en juego el efecto de primacía y recencia
Este efecto es el proceso por el cual solemos recordar mejor, dentro de un episodio de aprendizaje, lo primero y lo último de este episodio, en merma de la parte central del episodio. ¿Por qué es importante esto? Deberíamos tener en cuenta este efecto a la hora de organizar nuestras clases. En el momento del inicio, donde la retención, como hemos visto, es mayor, es el momento ideal para enseñar habilidades o competencias nuevas (ya que es más probable que se recuerde). A continuación, cuando acaba este primer periodo de primacía, debería seguirle un periodo de ensayo, coincidente con el periodo de menor capacidad de retención. La información nueva, que ha entrado en periodo de primacía, se organiza y se procesa. Tras esto, viene el periodo de recencia, de nuevo un periodo donde es más probable que se dé la retención. Aquí sería interesante un ensayo de “cierre”. El cierre es una forma de conseguir que el alumnado practique el contenido recién impartido, haga un resumen mental, le encuentre significado y sentido y lo comparta. Se diferencia de la revisión porque en esta, la mayor parte del trabajo recae en el docente, mientras que en el cierre es el alumnado el que se encarga de recapitular lo visto.
Cabe mencionar también, y especialmente en la época tecnológica en la que vive el alumnado, que los periodos largos de aprendizaje son mucho menos eficaces que periodos cortos de aprendizaje. El efecto de primacía y recencia, al aplicarse sobre periodos largos de aprendizaje, sufre un aumento del periodo no productivo, por lo que sería mejor dividir la clase larga de 80 minutos en 4 momentos de aprendizaje de 20. Además, estudios afirman que la atención se mantiene entre estos segmentos de aprendizaje si tienen periodos de descanso entre medias. A continuación, vemos dos imágenes (Imagen 1 y 2) donde se ejemplifica el efecto de primacía y recencia.


Si tenemos en cuenta este efecto y que el cerebro busca estímulos de forma constante podemos entender que el cerebro en entornos nuevos o con diferentes estímulos se mantiene alerta, mientras que en entornos conocidos y monótonos (como pueden ser algunas aulas) se mantiene bajo rango. La necesidad de novedad provoca una primera adaptación de las clases que evite la monotonía, sin dejarse llevar por extremos. Sin embargo, se podría incluir movimiento, humor, instrucción multisensorial y concursos de preguntas y música respuestas.
El humor tiene beneficios psicológicos probados como el aumento de oxígeno en sangre, la liberación de endorfinas (que genera una relación positiva en cuerpo y mente) y reduce el estrés, dolor, la presión sanguínea… Algunas estrategias que se pueden utilizar para implementar esto en clase sería contar anécdotas propias, chistes, frases hechas…Así, además de generar un ambiente positivo, se incrementa la retención y el recuerdo de lo aprendido, se mejora la salud mental general de la clase y, usando el humor afable, podemos también evitar algunos problemas de conducta.
Para resumir todo lo que podemos aplicar en cuanto al proceso de aprendizaje en el aula, te dejo algunos guiones:
- Generar un ambiente positivo de confianza en clase (fomentar las relaciones positivas entre el alumnado, normas claras y sencillas, refuerza la relación positiva docente-alumnado interesándose por su situación en clase y vital…)
- Uso del humor, tanto como cebo motivacional como para mejorar ese ambiente del que hablábamos.
- Fomentar la motivación y autoconcepto del alumnado positivo.
- Establece objetivos concretos para las lecciones.
- Ayudar al alumnado a encontrar un sentido y significado al contenido curricular.
- Tener en cuenta el efecto de primacía y recencia para organizar tus clases (en caso de haber muchos segmentos de aprendizaje, ten el control directo de uno sólo de los segmentos, permite el descanso entre segmentos, haz los segmentos seguidos diferentes entre sí…).
- Usa varias metodologías durante tus clases (o en los diferentes segmentos de aprendizaje). Así evitarás la monotonía o la previsibilidad de tus sesiones. Por ejemplo, puedes combinar aulas invertidas, aprendizaje cooperativo, sesiones de gamificación…. Si quieres aprender sobre nuevas metodologías aplicables a la biología te recomiendo leer el siguiente entrada al blog.
En próximas publicaciones hablaremos del recuerdo, la recuperación y la transferencia.
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