Llega el verano, las vacaciones! el momento de desconectar. O eso creemos. Porque, seamos sinceros: ¿cuántas veces, en plena escapada o paseo, nos encontramos identificando una especie de planta, siguiendo con la mirada el vuelo de un ave o explicándole a alguien cómo se forman las dunas?

Y es que la Biología y la Geología no se toman vacaciones. Nos acompañan en cada rincón, en cada paseo por la playa, en cada ruta por la montaña, en cada visita a un museo o incluso en una tarde cualquiera en el jardín. Somos docentes, sí, pero también somos científicas/os por vocación. Y esa mirada curiosa, entrenada para interpretar el mundo natural, no se apaga tan fácilmente. 

Aunque el periodo estival es ante todo un tiempo de desconexión y merecido descanso, también puede ser un momento privilegiado para reconectar con la naturaleza, disfrutar de la ciencia desde una mirada relajada… y, de paso, encontrar inspiración para el nuevo curso. Porque la Biología y la Geología no se apagan en julio y agosto: siguen vivas en cada rincón, y a menudo, nos sorprenden cuando menos lo esperamos.

Si el verano pasado os dejabamos sugerencias para que nuestro alumnado reconectara con la Biología y Geología en familia en sus vacaciones, De vacaciones: explorando la Biología y Geología en familia – Proyecto Simbiosis que puedes encontrar en nuestro Blog, en esta ocasión os proponemos algunas ideas y reflexiones que pueden servir para disfrutar del verano con mirada científica… y con la libreta de ideas siempre a mano.

1. Paseos, excursiones y viajes: el aula al aire libre

No hace falta viajar lejos para reencontrarse con los contenidos de nuestra materia. A menudo, un simple paseo por un parque, una caminata por el monte o por la playa nos permiten observar fenómenos y organismos que conectan con nuestros temas del curso:

• En la costa: los patrones de erosión, las estructuras sedimentarias en los acantilados, la distribución zonal de las algas en las rocas, la forma de las conchas o el vuelo de las gaviotas pueden inspirar actividades de 1º y 3º de ESO, o incluso trabajos de campo para 4º.
  
• En el campo: los líquenes como bioindicadores, la sucesión ecológica en un pastizal abandonado, los rastros de fauna o el análisis de suelos pueden convertirse en futuras prácticas.
  
• En la montaña: reconocer estratos, pliegues, fósiles o identificar flora endémica puede ser tan apasionante como una clase magistral… pero con vistas.
  

Recuerda: llevar en la mochila un cuaderno de campo (o una app de notas) que nos permita tomar nota de las observaciones, ideas para actividades o preguntas que surgen de forma natural y que podemos transformar en recursos didácticos el próximo curso.

2. Herramientas digitales y ciencia ciudadana

Otra de las oportunidades del verano es que nos brinda tiempo para explorar herramientas digitales que podemos incorporar en nuestras clases. Muchas apps de ciencia ciudadana no solo nos permiten disfrutar más de nuestras salidas, sino que pueden ser una excelente puerta de entrada para que el alumnado se involucre en proyectos reales.

Algunas sugerencias que encontramos, por ejemplo en Biologueando:

• Natusfera 2.0: para identificar y registrar organismos en el entorno.
  
• PlantNet: para reconocimiento de especies vegetales.
  
• Arbol App: guía de árboles silvestres de la Península Ibérica y las Islas Baleares. Las Islas Canarias tienen una app específica, ArbolApp Canarias.
• Las Aves de España: guía de todas las aves de España, con fotos, vídeos, sonidos de los cantos, ilustraciones, distribución, pistas para la identificación.

• Avefy: guía de aves enfocada en la descripción del canto, con el audio correspondiente, en qué hábitats está presente, el mapa de distribución en España y su tendencia poblacional y un juego de identificación de cantos. Ambas de SeoBirdlife.

Anotación para el aula: Proponer al alumnado que utilice alguna de estas apps durante los periodos de vacaciones y, a la vuelta, compartir los datos en una exposición oral o mural científico.

3. El placer de observar… sin prisa

El verano nos trae la pausa, el tiempo necesario para no andar con las prisas a la que las rutinas del día a día nos llevan. Sin horarios rígidos ni temarios que cumplir, podemos volver a mirar con calma. Observar la naturaleza y lo que nos rodea. Desde una flor, seguir el vuelo de un insecto, escuchar los sonidos del bosque al atardecer. Momentos sencillos, pero que pueden llegar a ser profundamente educativos.

Estos momentos nos reconectan con la esencia de nuestra vocación: la curiosidad. A menudo, son estas experiencias las que nos devuelven la motivación y nos recuerdan por qué decidimos enseñar ciencias.

Anotación para el aula: Plantear en septiembre una actividad tipo Lo que vi en vacaciones, invitando a compartir una foto, dibujo u observación personal relacionada con la Biología o la Geología, y conectar con el aprendizaje experiencial desde el primer día.

4. Museos, centros de interpretación y parques naturales… también para nosotros

Los espacios educativos no son solo para llevar a nuestro alumnado: también pueden ser una fuente de inspiración para nosotras/os como docentes. Visitar un museo o centro de interpretación sin la presión de organizar una salida escolar permite disfrutarlo de otra forma, con más atención a los recursos, los paneles, las metodologías interactivas o las explicaciones de los guías.

La red de museos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Tecnología, Museos puede ser nuestro punto de partida.  O bien los centros de interpretación adscritos al Organismo Autónomo Parques Nacionales:

Además, muchos de estos centros ofrecen materiales didácticos descargables, exposiciones temporales o ideas que podemos adaptar a nuestro entorno.

Recuerda: tras la visita, crea un pequeño recurso (presentación, infografía, propuesta de actividad) basado en lo aprendido, para compartir con el departamento, si finalmente decidimos solicitar la actividad y cuando se vaya a realizar, poderla presentar en clase.

5. Ciencia en casa: pequeños experimentos y grandes ideas

¿Te gusta cultivar plantas, observar hormigas en la terraza, hacer pan con masa madre o fermentar yogur? Todo eso también es ciencia. Y si disfrutamos de ello, probablemente podamos convertirlo en una actividad didáctica.

Los pequeños experimentos caseros pueden ser la base de propuestas para 1º o 2º de ESO, especialmente cuando están ligados al día a día: fermentaciones, germinación, ciclos vitales, cambio climático o sostenibilidad.

Anotación para el aula: Preparar durante el verano una caja de ciencia con materiales reutilizables que podamos usar en varias actividades de aula, fomentando el enfoque práctico con bajo coste.

Para terminar… seguimos conectados

Esperamos que estas ideas os resulten interesantes y complementen la entrada sobre actividades familiares, con una mirada más personal, docente y reflexiva. Las vacaciones nos pueden servir de puente entre lo vivido y lo que aún queremos enseñar, entre la ciencia como conocimiento y la ciencia como experiencia.

Si este verano descubres algo que te gustaría compartir con otras/os docentes, recuerda que el Proyecto Simbiosis sigue abierto a tus aportaciones. Tus experiencias pueden enriquecer a toda la comunidad educativa. Y quién sabe… quizá esa fotografía, esa idea o esa actividad que surgió en vacaciones sea el germen de un gran proyecto de aula.

¡Feliz verano, feliz descanso… y felices descubrimientos!

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